El castillo de arena
El problema con la poesía
es que la leemos como ciencia,
ansiosos por encontrar
la perfecta profecía,
cargamos a las palabras
de antónimos y categorías,
la leemos con pereza
como si fuera una enciclopedia
o simple vómito de pleonasmos,
pero si tuviera que recurrir a una analogía
escogería el momento del orgasmo
el placer de una libertad efímera
¿por qué no ver así la poesía?
...
¿qué quiso decir el poeta?
me preguntas como si yo supiera,
no soy dueña de sus palabras
ni de lo que interpretas tú con ellas
no son míos ni los suspiros
que escaparon de este pecho hundido
...
y es que cómo explicar
el gran mérito del hombre
que hace el trabajo sucio
más puro del alma,
que dice mucho con tan poco
sin sucumbir a la rima forzada,
mezclando perros con sirenas
construye un castillo de arena
y en él refugia al desamparado,
curioso verbal,
al del pasado manchado,
también al loco sentimental,
un castillo de arena
que se diluye y se reconstruye
existencia efímera y bastarda
que no tiene origen ni verdad
…
si nada tiene sentido
¿qué se supone que hay que entender?
si no hay certeza de un comienzo
¿cómo explíco de donde vengo?
si desconocemos el final
¿qué tengo que esperar?
si los castillos son de arena
¿por qué renacen en la tempestad?
si no hay ciencia en la palabra
¿por qué no vivir en la poesía?
no todas las palabras son contratos
y hay verdad hasta en la mentira
…
en el castillo me resguardo
de la fugaz realidad
e intento pobremente
usar mis manos para hablar,
estas palabras no son lo que parecen
son fragmentos de lo que intentaré decir
la semana que viene.
